Ciencia
Vivir con fobia al sexo

Cualquier conversación o pensamiento relacionado con el sexo genera ansiedad en las personas que le tienen aversión o miedo
Ciudad de México.- Antonio tiene 29 años. Es sanitario y sufre ansiedad desde los 16. El origen de su problema fue el bullying que le hicieron sus compañeros en el instituto, que se reían de su aspecto físico. Esta situación derivó en otros problemas, como miedo al sexo, también conocido como erotofobia. Reconoce haber mejorado mucho desde hace unos cuatro años, ya que lo trata en terapia con su psicólogo, pero le sigue costando.
“Cuando tengo relaciones, aparecen los pensamientos rumiantes y el miedo a que me rechacen”, cuenta bajo un nombre ficticio. Actualmente, ya tiene citas con otras personas e, incluso, es capaz de verbalizarlo. Pero, asegura que todavía el sentimiento de arrepentimiento y temor a “hacer algo mal” durante una relación sexual siempre está presente: “Lo he aceptado y me siento más tranquilo”. “Mi siguiente objetivo es conseguir ver el sexo de una forma natural para poder disfrutar de él y evitar la frase ‘lo estás haciendo mal’, que me repito una y otra vez”.
La psicóloga clínica, experta en terapia sexual y de pareja, Cecilia Martín, explica que la erotofobia es el miedo o aversión a la sexualidad y todo lo relacionado con ella: “Cualquier imagen, conversación, pensamiento o comportamiento relacionado con el sexo le produce ansiedad a la persona, por lo que tiende a evitarlo y huir de ello. Cuanto más lo evita, más se exacerban los síntomas y se agrava el trastorno”.
Además, esa no es la única fobia relacionada con el sexo, también existe la coitofobia, un miedo intenso a la penetración que, según Martín, “no implica” la aversión a otras prácticas o estímulos sexuales. “La genofobia se relaciona con los genitales, propios o ajenos. Es la ansiedad que manifiesta una persona al pensar o ver genitales”, continúa.
Respecto a los casos que suele encontrar la profesional en su consulta, expone que la mayoría tienen su origen en situaciones traumáticas previas, como son los abusos sexuales en la infancia, ser víctima de acoso sexual o de una violación. “También es muy frecuente en mujeres víctimas de violencia de género o personas que tienen graves problemas de pareja y acceden a tener relaciones sexuales sin querer”, afirma. Continúa diciendo que, en otros casos, es el dolor el que origina el problema: “La persona llega a generar una fobia al sexo cuando ha tenido relaciones sexuales dolorosas, aunque sean consentidas, o cuando han accedido a tener relaciones con su pareja sin ganas. El miedo a la penetración suele estar muy relacionado con los problemas de vaginismo, en los que la mujer tiene una contracción involuntaria de los músculos del suelo pélvico que impiden la penetración. La contracción es tan fuerte que ni siquiera pueden introducirse ellas mismas un dedo en la vagina”.
De hecho, trata a mujeres que “no son capaces de decir que no a su marido y mantienen relaciones sexuales sin disfrutarlas, deseando que el acto sexual termine cuanto antes”. “Algunas creen erróneamente que mantener relaciones sexuales es una obligación del matrimonio. Lo que tendría que ser una situación placentera donde la mujer conecta con su deseo sexual y disfruta del encuentro íntimo, se va convirtiendo en una situación ansiógena donde lo pasa mal y quiere evitar a toda costa. Lo hacen por evitar represalias, quejas o malas caras, pero se sienten incómodas y no lo disfrutan”, describe. “Con el paso del tiempo, esta ansiedad se va generalizando a otras situaciones y estímulos, de forma que ante cualquier cosa que le recuerde la sexualidad, su mente y su cuerpo lo rechazan automáticamente. Aunque quiera tener relaciones sexuales, ya no puede”, insiste.
Otros factores que, comenta, pueden contribuir a que una persona desarrolle erotofobia es mantener relaciones sexuales sintiendo vergüenza o culpa debido a la educación que han recibido: “También el hecho de padecer algún otro trastorno mental previo, como ansiedad generalizada o depresión, puede predisponer a padecer una fobia de este tipo”.
Miedo a ETS
Asimismo, Martín declara que la ansiedad sexual puede tener su origen en un “miedo irracional” a un embarazo no deseado o a un contagio de una enfermedad de transmisión sexual (ETS). “La persona que lo padece, tras un encuentro sexual, incluso con preservativo, siente que su contagio o su embarazo es 100% seguro y siente pánico ante las consecuencias. La mínima posibilidad de que ocurra lo convierten en algo que será 100% cierto y lo viven así”, demuestra. De hecho, lo que hacen estas personas para “rebajar” esa ansiedad son varias comprobaciones: “Pruebas médicas de forma compulsiva, miedo que persiste hasta que no obtienen un resultado negativo y, aun así, no se fían. En cuanto al miedo al embarazo, suelen tomar la píldora del día después, buscar en internet métodos caseros para abortar, síntomas de gestación y se realizan test varios días, hasta que les viene la regla”.
¿Afecta más a las mujeres?
Acerca de si lo sufren más las mujeres o los hombres, la psicóloga confiesa que ella encuentra más casos en el sexo femenino y lo achaca a factores socioculturales, como la “educación” y las “expectativas de género”. “Igualmente, hay mayor prevalencia de violaciones y acoso sexual hacia las mujeres, lo que puede desencadenar en la erotofobia con mayor probabilidad en las mujeres que en los hombres”, razona. Esta misma opinión la comparte el psicólogo Roberto Sanz, miembro del Colegio Oficial de Psicología de Madrid: “La educación de la mujer suele ser muchísimo más restrictiva a nivel sexual que la del hombre. Y además, en términos generales, los problemas de ansiedad son muchísimo más frecuentes en las mujeres”. “En algunos casos, el terreno de la sexualidad junta el placer con esa educación sexual represiva y eso genera mucho conflicto interno”, finaliza.
¿Cómo se trata en terapia?
El tratamiento de este miedo pasa por hacerle entender a la persona su comportamiento. “Encontrar la causa que ha originado el trastorno suele tranquilizar mucho a la persona y le ayudará a su recuperación. Si el origen es un trauma del pasado, es lo primero que hay que trabajar. Existen diferentes técnicas muy eficaces, como el EMDR [desensibilización y reprocesamiento por movimientos oculares, por sus siglas en inglés]”, reseña la psicóloga Cecilia Martín. “Después hay hacer una exposición gradual a todos aquellos estímulos y situaciones que le generan ansiedad, para que la persona pueda vivirlos desde la calma, estando tranquila. Por ejemplo: ser capaz de ver una película con escenas eróticas sin pasarlo mal, pensar en escenas sexuales estando tranquila o tocar partes de su cuerpo sin sentir rechazo. Se usan técnicas de reestructuración cognitiva, para cambiar creencias o pensamientos negativos que están interfiriendo y entrenamiento en técnicas de relajación, entre otras”, sigue.
“El último paso del tratamiento sería volver a asociar esas escenas y comportamientos sexuales al placer para que la persona pueda volver a disfrutar de su sexualidad. El tratamiento hay que adaptarlo a cada persona en concreto y se realiza de una forma muy gradual, respetando el ritmo del paciente y ayudándole poco a poco a vencer el miedo. Es un problema con solución”, finaliza.
Agencias
Ciencia
¿Llevas tu teléfono al baño? La ciencia tiene malas noticias

Un reciente estudio revela una preocupante conexión: el uso del smartphone en el baño incrementa en un 46 % el riesgo de desarrollar hemorroides debido al tiempo prolongado en posición sentada
Ciudad de México.- El baño se ha convertido en el nuevo refugio digital. En Alemania, el 54 % de los adultos usa el smartphone mientras está sentado en el retrete, según una encuesta de YouGov. Entre los jóvenes de 25 a 34 años, la cifra alcanza el 80 %.
Lo que comienza como una consulta rápida de redes sociales o aplicaciones se extiende más de lo planeado. Casi la mitad de los usuarios (48 %) se ha sorprendido por lo rápido que pasa el tiempo con el celular en el baño.
Conexión entre móviles y problemas de salud
Pero esta costumbre tiene un precio: pasar demasiado tiempo sentado en el inodoro puede favorecer el desarrollo de hemorroides, advierten los expertos médicos. La causa: la presión elevada persistente sobre los vasos sanguíneos en el área del ano debido a la posición sentada y la relajación del suelo pélvico.
Un estudio reciente de la Harvard Medical School respalda esta preocupación. La investigación, publicada en la revista PLOS One por el equipo de Trisha Pasricha, analizó a 125 adultos y encontró una correlación alarmante: quienes usaban celular en el baño presentaban un 46 % mayor riesgo de hemorroides que quienes no lo hacían.
Los datos son reveladores: del 66 % de participantes que usaba el móvil en el baño, el 37 % permanecía más de cinco minutos por visita. En contraste, entre quienes no usaban el dispositivo, solo el 7 % se demoraba ese tiempo.
Tras ajustar por edad, sexo, índice de masa corporal, actividad física, esfuerzo durante la defecación y consumo de fibra, el análisis estadístico reveló la asociación significativa con las hemorroides.
Tiempo prolongado sentado: el factor clave según la ciencia
El factor clave es el tiempo, no el esfuerzo. Contrario a las creencias médicas tradicionales que asociaban las hemorroides principalmente con el estreñimiento y el esfuerzo durante la defecación, este estudio no encontró diferencias significativas en estos factores entre usuarios y no usuarios de móviles. El culpable principal es la posición prolongada en el inodoro sin soporte pélvico, que aumenta desproporcionadamente la presión en los cojines hemorroidales.
La actividad más común entre los usuarios era leer noticias (54 %), seguida de navegar en redes sociales (44 %). Paradójicamente, solo el 35 % de los usuarios reconocía que su teléfonos les hacía pasar más tiempo en el baño, sugiriendo una falta de conciencia sobre este comportamiento.
“El estudio respalda el consejo general de dejar los smartphones fuera del baño y tratar de no sentarse más de unos pocos minutos en el baño”, explicó Pasricha. “Si toma más tiempo, pregúntese por qué. ¿Fue porque la defecación realmente fue tan difícil, o porque mi atención estaba en otra parte?”. Ponerse un temporizador podría ayudar.
La encuesta de YouGov mostró que el 80 % de los jóvenes alemanes entre 25 y 34 años utilizó el móvil mientras estaba en el retrete.La encuesta de YouGov mostró que el 80 % de los jóvenes alemanes entre 25 y 34 años utilizó el móvil mientras estaba en el retrete.
Sin embargo, el gastroenterólogo alemán Ulrich Tappe cuestiona la validez del estudio. Según Tappe, la colonoscopia tiene limitaciones para diagnosticar hemorroides con precisión, y la investigación no considera de manera adecuada la influencia de otros factores determinantes.
Las hemorroides agrandadas surgen además durante periodos más largos; por eso sería necesario un estudio a largo plazo, no una mera instantánea. “Metodológicamente esto es simplemente débil”, aseguró.
Todas las personas tienen hemorroides de forma natural: son estructuras vasculares ubicadas en el canal anal que, junto con los músculos del esfínter, ayudan a mantener la continencia. El problema surge cuando se agrandan permanentemente, causando dolor, picazón y sangrado.
Las hemorroides problemáticas suelen originarse por estreñimiento crónico que obliga a hacer esfuerzo excesivo durante la defecación. Este estreñimiento, según explica Tappe, puede deberse a múltiples factores: sedentarismo, dieta baja en fibra y sobrepeso, entre otros.
Higiene del smartphone: un riesgo subestimado en el baño
Más allá de las hemorroides, existe otra preocupación: la higiene. Muchas personas sienten repulsión al pensar en usar móviles en el baño, y con razón. La encuesta de YouGov revela que solo el 39 % de los usuarios limpia su dispositivo después de ir al baño, siendo las mujeres más cuidadosas que los hombres (44 % versus 33 %).
“La flora del móvil refleja la flora de la mano del propietario”, dice Markus Egert de la Universidad de Furtwangen. Así como las manos, el smartphone también debería limpiarse después de ir al baño, por ejemplo, con una toallita limpiadora de gafas con alcohol, explica el microbiólogo.
Los móviles no son básicamente un buen espacio vital para los gérmenes, pero gérmenes fecales capaces de reproducirse podrían quedarse adheridos.
Los expertos también tienen un consejo para aquellas personas a las que les cuesta renunciar al cuarto de baño como valioso refugio para descansos breves: simplemente siéntese en la tapa del inodoro cerrada.
FUENTE: dpa, Study Finds, PLOS One
Ciencia
Qué es lo mejor para la cruda

Ciudad de México.– Los fines de semana y días previos a una fiesta son muchos los que se acercan a una oficina de farmacia en busca de un preparado, ahora de moda, frente a la temida resaca del día siguiente, que contienen ingredientes como plantas medicinales, vitaminas, y minerales para ayudar en la recuperación post fiesta.
Y es que, actualmente, en una farmacia puedes encontrar varios productos para ayudar a aliviar los síntomas de la resaca. Desde analgésicos, como el ibuprofeno o el ácido acetilsalicílico, hasta soluciones rehidratantes, y complementos alimenticios formulados para contrarrestar los efectos del alcohol.
Para saber un poco hasta qué punto este tipo de productos o soluciones pueden servirnos para nuestra resaca charlamos con Pablo García, un farmacéutico malagueño, que ha publicado ‘El frío no resfría’ de Grijalbo, así como divulgador en redes sociales conocido como ‘@medicadoo’.
Recuerda que una resaca tras un consumo excesivo de alcohol le sucede al 80% de la población al menos un día al año, enumerando sus principales síntomas:
– Malestar general y sensación de mareo.
– Cefalea o dolor de cabeza.
– Náuseas, malestar gastrointestinal y boca seca.
– Hiperexcitabilidad, ansiedad y sudores.
“La intensidad de los mismos dependerá de la cantidad y del tipo de alcohol que se haya bebido; aunque también de si se había comido algo previamente, de si aumentó la actividad física durante el consumo de alcohol, o el hecho de estar en buen o mal estado físico”, remarca.
UNA DE LAS RESPONSABLES DE LA RESACA: LA DESHIDRATACIÓN
A su vez, indica en el libro que la deshidratación es la principal responsable de estos síntomas, ya que provoca sed, cansancio, y dolor de cabeza principalmente: “Cuando ingerimos altos niveles del alcohol se reducen los niveles de vasopresina (una hormona antidiurética), lo que produce un aumento de la micción y la pérdida de agua”.
Igualmente, mantiene que no todos los alcoholes son iguales y que existen unos compuestos llamados ‘congéneres’, que se generan durante la fermentación y añejamiento del alcohol, y que son los responsables del sabor y del aroma, como el acetaldehído, el metanol, o el etilenglicol, que aparecen en las bebidas de color oscuro como el vino o el whisky. “Se sabe que a mayor proporción de estos, mayor es la resaca”, precisa.
LA VITAMINA B NO ES LO MEJOR PARA LA RESACA
Con ello, Pablo García rechaza uno de los principales mitos que ronda sobre las soluciones mágicas para la resaca, remarcando que “ninguna vitamina, ni siquiera del grupo B, te da superpoderes antirresaca, ni mejora la tolerancia al alcohol”.
“No es cierto, no tiene base ninguna. Viene de los protocolos de atención a las personas con comas etílico, o intoxicación aguda de alcohol, y es que entre los múltiples pasos que hay que seguir se incluye la administración de un suero glucosado con vitaminas del grupo B, concretamente la B1 y la B6”, subraya este farmacéutico.
Es más, advierte de que hoy en día hay muchos complementos frente a la resaca y sustancias que se ha investigado para mejorar la resaca, si bien insiste en que “no hay nada concluyente ni milagroso, sino que el único remedio es el consumo moderado de alcohol”.
Sí reconoce que puede venir bien en estos casos la hidratación, beber mucha agua, “pero no hay sustancias milagrosas”.
Agencias
Ciencia
¿Qué es mejor para reducir el azúcar en sangre?

Una prueba comparó sentadillas simples con sesiones de caminata de diferente duración para ver cuál reduce los picos de azúcar después de las comidas
Ciudad de México.- Seguro que lo has oído: pasar horas sentado es tan nocivo como fumar un cigarro diario. Muchas personas pasan la jornada encadenadas al escritorio, lo que dispara una serie de problemas de salud como los famosos picos de glucosa tras las comidas. Pero, ¿y si la clave para atajar esas subidas fuera más simple de lo que creemos, y encima pudiera integrarse en la rutina laboral sin sudar ni cambiarse de ropa? Pues la respuesta existe y termina con un debate muy común: ¿Es mejor hacer sentadillas o caminar para este fin?
Si te han dicho que necesitas controlar tus niveles de azúcar en sangre, el ejercicio, combinado con una dieta saludable, es uno de los mejores puntos de partida. Un nuevo estudio ha comparado los beneficios de las sentadillas con los de caminar, y los resultados podrían sorprenderte. Un candidato quizá inesperado. Vamos al grano: hacer tan solo diez sentadillas cada hora podría mejorar drásticamente la salud. Parece demasiado simple pero según los expertos, podría ser uno de los hábitos más poderosos que puedes desarrollar, especialmente si pasas la mayor parte del día sentado. Y no, no es mejor que caminar. Los investigadores contaron con 18 jóvenes a los que sometieron a cuatro pruebas físicas de un solo día que incluyeron estar sentados por un tiempo prolongado, un paseo de media hora, minicaminatas de tres minutos cada cuarenta y cinco minutos o diez sentadillas rápidas en el mismo horario. ¿Resultados? Las sentadillas y las minicaminatas rápidas redujeron drásticamente los picos de azúcar posprandial en un 21 %, en comparación con estar sentados sin parar. Parece que cuando se trata del control de la glucemia, la activación muscular y el ritmo parecen ser más importantes que la cantidad total de pasos o las sesiones de ejercicio prolongadas.
¿Y por qué destacan más las sentadillas?
La clave está en activar los músculos grandes: las sentadillas intensas reclutan cuádriceps y glúteos que es donde se encuentran las mayores reservas de glucógeno del cuerpo. Los investigadores hallaron que una mayor amplitud electromiográfica en estos músculos se traduce en menores subidas de glucosa, ya que cuantas más fibras se contraen, más azúcar extraen de la sangre. Al trabajarlos incluso en breves sesiones durante la jornada, se agotan sus reservas de glucógeno y, al reponerse con la insulina, se atenúan eficazmente los picos de azúcar tras las comidas.
“Solo un aumento de la aEMG -electromiografía de superficie del cuádriceps- en los cuádriceps y los glúteos se asoció con una reducción de la respuesta glucémica posprandial”, señalaron los autores en su trabajo publicado en la revista Scandinavian Journal of Medicine & Science in Sports. Un mayor número de fibras musculares comprimiéndose simultáneamente parece extraer el exceso de azúcar de la circulación; de ahí que dedicar parte del tiempo a movimientos intensos proporcione a los músculos un estímulo periódico sin necesidad de usar ropa deportiva.
Y por supuesto que las caminatas también son positivas (pero solo si son cortas y frecuentes, no largas y exclusivas). Pequeños paseos parecen despertar los músculos de las piernas repetidamente, manteniendo abiertas las vías de eliminación de azúcar durante todo el día, aunque las sentadillas se alzaron como claro ganador. Parece que el cuerpo valora más los esfuerzos frecuentes que un solo esfuerzo titánico, algo que coincide con estudios anteriores donde el movimiento cada hora reducía los picos de colesterol e insulina. Al realizar una sentadilla, activas los glúteos, cuádriceps, pantorrillas, isquiotibiales y la zona central del cuerpo. Añadir sentadillas al entrenamiento puede ayudarnos a mejorar no solo nuestro rendimiento, sino también a reducir el riesgo de lesiones y fortalecer nuestro organismo.
En resumen: haz 10 sentadillas cada 45 minutos y tu cuerpo lo agradecerá. La clave está en romper el sedentarismo con frecuencia y ejercitar los grandes grupos musculares -cuádriceps y glúteos- con suficiente intensidad como para notarlos en acción. Recuerda que 10 sentadillas profundas te pueden llevar aproximadamente 20 segundos y no requieren de ningún equipo. Si pones una alarma para que suene cada 45 minutos, podrás practicarlo hasta en la oficina.
Agencias
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