Investigación
Las 6 frases que delatan a un inmaduro emocional

Algunas personas usan ciertas frases como escudo para evitar responsabilidades o manipular la situación. Identificarlas te ayudará a no caer en su juego y gestionar mejor la relación… o mandarle a paseo
Ciudad de México.- Seguro que alguna vez has tenido una conversación en la que, en lugar de avanzar, te has sentido atrapado en un bucle de excusas, victimismo o evasión. Hay personas que, frente a un conflicto o una emoción incómoda, reaccionan con frases que reflejan una falta de madurez emocional, como si fueran un escudo para no asumir responsabilidades o para manipular la situación a su favor. No se trata de edad ni de inteligencia, sino de la capacidad de gestionar emociones y relaciones de manera sana.
«La madurez emocional no significa ser una especie de monje zen sin emociones, sino saber gestionarlas sin convertirlas en un huracán que arrase con todo», explica la psicóloga Esther Cantos. «No es cuestión de no tener conflictos, sino de enfrentarlos sin victimismo, sin manipulación y, sobre todo, sin esperar que el mundo gire en torno a nuestros deseos. Para la pareja o los amigos cercanos, es muy importante detectar esas señales para poder poner límites y no dejarse manipular o ceder ante un chantaje emocional».
- Es que yo soy como soy
En la misma línea de frases como «así me han educado, no es mi culpa», denota resistencia al crecimiento personal y una falta de responsabilidad sobre las propias acciones. Es la típica actitud de quien piensa que el mundo debe adaptarse a su forma de ser en lugar de hacer un esfuerzo por mejorar. «Esta frase refleja una actitud rígida y una falta de autoconocimiento. Implica que la persona se niega a evolucionar o mejorar aspectos de su personalidad, lo que dificulta las relaciones y el crecimiento personal. Las personas maduras saben que el cambio es parte de la vida y están dispuestas a trabajar en sí mismas».
- Si me dejas, me muero
Aquí, como en «es que todo me pasa a mí» o «siempre soy quien más sufre», entra en juego el papel de víctima como mecanismo para evitar la responsabilidad o manipular a los demás. Son frases que buscan generar culpa en el otro para obtener atención o conseguir lo que quieren y reflejan dependencia emocional. Quien la dice no solo expresa su dolor ante una posible ruptura, sino que carga al otro con la responsabilidad de su bienestar, como si su felicidad o incluso su vida dependieran exclusivamente de esa relación. «Desde la psicología, este tipo de expresiones suelen estar ligadas a un apego inseguro, baja autoestima y miedo a la soledad».
- Si de verdad me quisieras, lo harías
Se trata de una forma de manipulación emocional en la que se pone a prueba el amor o compromiso de otra persona, condicionándolo al cumplimiento de deseos personales. Es una estrategia dañina porque presiona al otro a actuar en contra de su voluntad para demostrar afecto. Está en la línea de «Después de todo lo que he hecho por ti, ¿así me lo pagas?», que refleja un amor condicionado en el que los gestos de cariño no son desinteresados, sino que se espera una retribución. Esto puede generar culpa en la otra persona y afectar la relación.
- Lo dices para llevarme la contraria
Es una frase defensiva que refleja egocentrismo y una falta de apertura al diálogo, e «implica que cualquier diferencia de opinión es vista como un ataque personal, en lugar de reconocer la diversidad de pensamientos». Además, muestra «incapacidad para ponerse en el lugar del otro y rigidez emocional, es decir, dificultad para aceptar puntos de vista diferentes o reconocer los sentimientos ajenos».
- Tienes que adivinar lo que me pasa
Esta frase refleja una falta de comunicación emocional y «la expectativa poco realista de que los demás deben leer la mente. Puede generar frustración en las relaciones, ya que la persona espera que sus necesidades sean cubiertas sin expresarlas».
- No es para tanto, estás exagerando
Esta frase denota inmadurez porque es una forma de invalidar los sentimientos ajenos, en lugar de mostrar empatía. Cada persona vive sus emociones de manera distinta, y descalificarlas puede generar distanciamiento y frustración. En la línea del «estás exagerando, no es para tanto», revela una tendencia a evitar las conversaciones incómodas, minimizando los sentimientos del otro o huyendo del conflicto en lugar de afrontarlo con madurez.
Cómo lidiar con un inmaduro emocional
Si tienes a alguien en tu vida que se comporta como un niño emocionalmente, aquí van algunos consejos para lidiar con esa inmadurez sin perder la paciencia… ni la cordura:
No entres en su juego emocional: los inmaduros emocionales suelen exagerar, dramatizar o culpar a los demás de sus problemas. Si caes en su dinámica, acabarás agotado. Mantén la calma, no te enganches y responde con serenidad.
Pon límites claros: si siempre cedes a sus chantajes o caprichos, solo reforzarás ese comportamiento. Aprende a decir no sin culpa y sin necesidad de explicaciones eternas.
No trates de salvarlo: no es tu trabajo convertir a alguien en una persona emocionalmente madura. Puedes ayudar, pero el cambio solo llegará si esa persona lo desea. Si intentas reeducarlo, acabarás desgastado.
Usa la comunicación asertiva: cuando te enfrentes a sus comportamientos inmaduros, exprésate de manera clara y tranquila: «Entiendo que estés molesto, pero no voy a aceptar que me hables así». Evita gritar o caer en provocaciones.
No te tomes sus reacciones como algo personal: los inmaduros emocionales suelen proyectar sus frustraciones en los demás. Si reaccionan con enfado, victimismo o manipulación, recuerda que es su problema, no el tuyo. Mantén una sana distancia emocional.
Refuerza los comportamientos positivos: si ves que hace un esfuerzo por expresarse mejor o gestionar sus emociones de forma más madura, reconócelo y valora ese cambio. Es más efectivo premiar lo positivo que castigar lo negativo.
Si su inmadurez emocional te está afectando demasiado y no hay intención de cambio, posiblemente debes replantearte si seguir o no con la relación. No tienes por qué cargar con la falta de crecimiento emocional de los demás.
Agencias
Investigación
¿Ser siempre puntual o siempre llegar tarde?

Pueden revelar rasgos de personalidad, mecanismos de defensa o conflictos internos
Ciudad de México.- Detrás de un gesto tan cotidiano como llegar a la hora acordada puede esconderse mucho más de lo que parece. La psicología analiza la puntualidad no solo como un hábito socialmente valorado, sino como un reflejo de la manera en que cada persona gestiona el tiempo, las emociones y la relación con los demás.
Tanto quienes se adelantan de forma sistemática como quienes acostumbran a retrasarse transmiten mensajes inconscientes sobre su carácter y sus conflictos internos. Ser puntual en exceso puede ser un reflejo de autocontrol y responsabilidad, pero también de ansiedad o de una necesidad de tener todo bajo control. En el otro extremo, la impuntualidad crónica puede ser una forma encubierta de rebeldía, resentimiento o incluso un mecanismo de autoengaño.
Llegar temprano o tarde: las claves desde la psicología
Un artículo de la BBC recoge la visión de la experta en gestión del tiempo Diana DeLonzor, quien asegura que quienes se adelantan siempre a la hora marcada buscan reducir la incertidumbre: “planificar con antelación les permite sentirse preparados para cualquier eventualidad”.
El psicólogo Oliver Burkeman, también citado en el mismo medio, añade que esta costumbre puede vincularse al deseo de agradar a los demás o a la intolerancia hacia la impuntualidad ajena, que suele interpretarse como una falta de respeto. Ambos coinciden en que llegar demasiado pronto puede ser positivo en términos de organización, pero también puede esconder inseguridad y miedo al error.
Por el contrario, la psicóloga Julie Jarett Marcuse, en un artículo para Psychology Today, analiza el significado de la impuntualidad repetida. En uno de sus casos clínicos, explica cómo una paciente llegaba tarde como una forma de resistencia pasiva frente a la autoridad de su jefe: “Su protesta se manifestó en impuntualidades crónicas”. Marcuse sostiene que la tardanza es a menudo una expresión de resentimiento y una lucha de poder enmascarada, aunque al mismo tiempo puede ser fuente de ansiedad y miedo a perder la aprobación. Para ella, la puntualidad es una muestra de consideración hacia los demás y, cuando se incumple, revela conflictos internos más profundos.
En una línea similar, el psiquiatra Neel Burton expone Psychology Today que llegar tarde puede ser interpretado como un comportamiento pasivo-agresivo, un modo de expresar ira sin enfrentamiento directo.
En su opinión, también puede reflejar autoengaño: alguien que se siente inferior puede retrasarse para llamar la atención y demostrar control sobre una situación. Burton señala que, en ciertos casos, la tardanza se convierte en una declaración encubierta de “soy más importante que tú”. Sin embargo, matiza que no siempre es algo negativo: en ocasiones, llegar tarde es la señal de que el inconsciente intenta avisar de que esa reunión o compromiso no es la mejor inversión de tiempo.
Agencias
Investigación
¿Quieres dejar el alcohol?

Estos alimentos pueden ser tu mejor medicina
Ciudad de México.- Durante años se nos ha repetido que una copa de vino al día podía ser “saludable”. Hoy la evidencia científica es clara: no existe una cantidad segura de alcohol, y sus efectos van mucho más allá del hígado. Desde aumentar el riesgo de cáncer hasta alterar hormonas, perjudicar a nuestra digestión, pero también a nuestra salud mental.
Y es que el alcohol puede estar frenando tu bienestar más de lo que imaginas. ¿La buena noticia? Cambiar tu relación con la comida y tu estilo de vida puede ayudarte a reducir (o incluso dejar) el consumo sin esfuerzo, según defiende Brooke Scheller, doctora en Nutrición Clínica y fundadora de Sobriedad funcional, un programa basado en nutrición para reducir el consumo de alcohol.
De hecho, esta experta recuerda que, según muchas guías de salud, entre 1 y 2 copas al día se considera un consumo de bajo riesgo; si bien advierte de que la Organización Mundial de la Salud (OMS) anunció en 2022 que no existe una cantidad segura de alcohol.
“En última instancia, se trata de una experiencia muy personal sobre qué significa demasiado.
Algunas personas no sienten impacto con niveles bajos de alcohol, mientras que quienes beben más cantidad pueden empezar a tener problemas de salud”, avisa esta experta en nutrición.
POR QUÉ HASTA UNA SOLA COPA PUEDE DAÑAR TU CUERPO
Recuerda en este sentido que el alcohol ha sido pasado por alto como causa de muchos problemas de salud en nuestra sociedad, aunque ya está reconocido como ‘carcinógeno’, y se sabe que aumenta el riesgo de 7 tipos diferentes de cáncer, incluso si su consumo tiene lugar en
bajas dosis.
“Pero, además, puede alterar todo el organismo: provoca inflamación, problemas cardiovasculares, digestivos, desequilibrios hormonales, infertilidad y más. A menudo se les dice a los pacientes: si tienes un problema de salud o un objetivo de bienestar, probablemente el alcohol te esté impidiendo alcanzarlo”.
CAMBIAR NUESTRA NUTRICIÓN PUEDE REDUCIR EL CONSUMO
En este sentido, Scheller cuenta su experiencia en ‘Cómo comer para cambiar tu forma de beber’ (Alienta Editorial), tras dejar de beber en 2021, momento en el que empezó a ayudar a otros a cambiar su relación con el alcohol usando como base la nutrición.y la medicina funcional.
“Muchas personas no se dan cuenta del papel que juega la nutrición en cómo nos sentimos.
Cuando nos faltan nutrientes, o tenemos desregulación de la glucosa en sangre, podemos sentirnos fatigados, deprimidos, ansiosos, irritables, o incapaces de relajarnos. Precisamente, por eso, usamos a menudo el alcohol: como una herramienta para sobrellevar el malestar. Si restauramos los niveles adecuados de nutrientes, regulamos la glucosa, mejoramos la microbiota intestinal, e incluso equilibramos las hormonas, la necesidad de recurrir al alcohol como apoyo disminuye notablemente”, agrega.
CONSEJOS PARA REDUCIR EL CONSUMO DE ALCOHOL
Con todo ello, esta doctora en Nutrición Clínica reconoce que puede ser un “gran desafío” el dejar o reducir el consumo de alcohol, si bien defiende que si se decide no beber “es una decisión que empodera”, especialmente si se deja este hábito mientras los demás sí lo hacen. “No es una debilidad, es una fortaleza”, añade.
Algunos consejos prácticos que recomienda en este sentido son los siguientes:
. Incluye proteína en cada comida y tentempié: ayuda a regular la glucosa y a minimizar los antojos.
. Si sientes deseo de beber por la tarde puede que simplemente tengas hambre, por lo que prueba con un snack proteico entre las 15 horas y las 17 horas.
. Incorpora alimentos que cuidan el cerebro y el estado de ánimo, como pescado salvaje, frutos rojos, nueces, semillas de chía, verduras de hoja verde, remolacha y brócoli, ya que ayudan a reponer los nutrientes que el alcohol agota.
Agencias
Investigación
Qué significa hablar mientras estás dormido

En el ámbito médico se le conoce como somniloquia y se clasifican dentro de las parasomnias, un grupo de comportamientos anómalos que suceden durante el sueño
Ciudad de México.- Hablar dormido no es algo tan inusual. Algunos estudios señalan que hasta dos tercios de la población lo han hecho como mínimo una vez en la vida. En el ámbito médico se le conoce como somniloquia y se clasifican dentro de las parasomnias, un grupo de comportamientos anómalos que suceden durante el sueño.
Se diferencia de otras parasomnias porque pueden darse tanto en el sueño REM como en el no REM, mientras que las demás se manifiestan en fases específicas del sueño. Indican que hablar en sueños es más común en la infancia y suele disminuir a medida que se crece, sin haber diferencias entre hombres y mujeres. Este trastorno del sueño puede darse de distintas maneras, según la Clínica Cleveland. Puede ser hablar en susurros, en volumen normal, gritar palabras completas o respuestas, pronunciar frases completas o mantener conversaciones o hablar de forma confusa con gruñidos.
Un estudio lingüístico decidió grabar a personas hablando dormidas. La mitad de ellas decían cosas que no se podían comprender al ser susurros o sonidos apagados, y la otra mitad sí que seguían pautas de una conversación normal. La gran mayoría de veces, estos episodios son breves y las personas no los recuerdan al despertarse.
Hablar en sueños no tiene por qué ser un motivo de preocupación aunque la ciencia no tiene una explicación para ello. Se ha asociado con un componente genético y a otros trastornos como el sonambulismo, el bruxismo o las pesadillas.
Otros factores que pueden generar hablar en sueños son la descompensación horaria, la privación del sueño, la apnea del sueño, la ansiedad y estrés o el abuso de alcohol y sustancias. No supone un peligro para la salud pero este ruido en mitad de la noche puede cortar el sueño y generar insomnio.
También puede molestar con la persona con la que se duerma, generando estrés. Puede ser tomado como un indicador de que se tiene un trastorno de sueño más complejo.
Agencias
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