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Investigación

¿Eres de los que gritan a los hijos? Aguas con eso

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Los efectos no son momentáneos, sino que perduran en el tiempo

 

Ciudad de México.- Los gritos no educan, dañan. Y la ciencia tiene mucho que decir al respecto. Según estudios realizados por universidades como Harvard y Pittsburgh, crecer en un entorno donde los gritos son frecuentes puede dejar huellas profundas en el desarrollo emocional de los niños y adolescentes.

Así lo registra, de hecho, la evidencia científica. Un estudio de la Universidad de Harvard concluyó que los gritos reiterados pueden alterar el desarrollo de áreas del cerebro relacionadas con la regulación emocional y la autoestima. Estas áreas, como la corteza prefrontal y el sistema límbico, explica Sonia Martínez. fundadora y directora de los centros Crece Bien, «son esenciales para manejar el estrés y construir relaciones saludables».

Además, la Universidad de Pittsburgh reveló que la exposición constante a gritos puede generar un impacto similar al maltrato físico a nivel emocional, desencadenando problemas como ansiedad, inseguridad y un aumento en los niveles de estrés crónico. Esto demuestra que los gritos no solo afectan momentáneamente, sino que dejan una huella que puede acompañar a los niños hasta la adultez.

Entre los efectos a largo plazo que conllevan los gritos en casa destacan tres, advierte la directora de estos centros. «Si los gritos son reiterados en el tiempo, afectarían a las áreas del cerebro relacionadas con la regulación emocional y la autoestima, provocando serias dificultades emocionales». Otro aspecto relevante es que los niños, advierte esta experta, «tienden a replicar a la edad adulta las dinámicas que vivieron de niños. Esta repetición de patrones suele ser habitual». Crecer entre gritos -añade-, de hecho, puede predisponer a sufrir trastornos como la ansiedad».

Lo primero que hay que saber, sugiere Martínez Lomas, «es que un grito no nos convierte en malos padres ni va a marcar a nuestros hijos de por vida. Lo que realmente deja huella es la dinámica repetida y la falta de reparación. Si hemos gritado, lo mejor que podemos hacer es hablar con nuestros hijos cuando estemos más tranquilos. Algo tan sencillo como decir: “Perdona, antes te he gritado y no debí hacerlo. Estaba cansada y frustrada, pero eso no es culpa tuya”. Eso no solo calma la situación, sino que también les enseña que todos nos equivocamos y podemos arreglarlo».

Ahora bien, no basta con pedir perdón y seguir igual. «Si el grito ha surgido porque hemos perdido la paciencia, la siguiente vez podemos intentar cambiar nuestra reacción antes de llegar al límite.

Por ejemplo, si siempre terminamos gritando cuando es la hora del baño y nuestros hijos no hacen caso, en lugar de repetir el mismo patrón podemos probar otro enfoque: avisar con tiempo, acompañarlos en el proceso o convertirlo en algo divertido en lugar de una orden directa. Y si sentimos que los gritos se han vuelto demasiado frecuentes, quizá sea un buen momento para preguntarnos qué nos está sobrepasando y qué cambios podemos hacer en casa para mejorar el ambiente. A veces, pequeños ajustes en la rutina o en la forma en la que pedimos las cosas marcan una gran diferencia.

Recomendaciones

El antídoto sería «apostar por la comunicación respetuosa y la inteligencia emocional, que son herramientas clave para construir un hogar lleno de conexión y respeto», señala Martínez Lomas. Algo que, reconoce, no está tan evidente cómo poner en práctica. «Muchas familias viven con un nivel de estrés altísimo. No es fácil gestionar el trabajo, la casa, las responsabilidades diarias y, además, educar con paciencia. Pero hay algo que nos puede ayudar mucho a rebajar la tensión: ajustar nuestras expectativas».

A veces, sin darnos cuenta, prosigue esta experta, «esperamos demasiado de nosotros mismos y de nuestros hijos. Queremos que todo esté en orden, que las rutinas fluyan sin tropiezos, que obedezcan a la primera… y cuando la realidad no se ajusta a esa idea (porque la vida con niños es impredecible), explotamos. ¿Qué podemos hacer? Primero, entender que los niños son niños. No están provocándonos cuando tardan en ponerse los zapatos o cuando se distraen mientras les hablamos. Simplemente, están en su mundo. Si en lugar de reaccionar con el automático del “¡hazlo ya!” cambiamos el chip y pensamos “vale, no lo está haciendo a propósito, le ayudo a enfocarse”, evitamos mucho desgaste emocional».

Otra clave práctica, señala esta psicóloga, «es evitar los momentos críticos. Si sabemos que las mañanas son caóticas, podemos anticiparnos dejando la ropa preparada o teniendo una rutina clara. Si las tardes son un descontrol, quizá haya que simplificar actividades o reducir el número de instrucciones que damos a la vez.

No se trata de ser perfectos, sino de hacernos la vida un poco más fácil». Y algo muy importante, recuerda: «pedir ayuda no es un fracaso. No siempre podemos con todo. Si un día estamos al límite, es mejor decir “necesito un momento” antes de que la situación nos desborde y terminemos gritando. Los niños aprenden mucho más de lo que ven en nosotros que de lo que les decimos».

Es posible educar sin gritar, concluye la fundadora de los centros Crece Bien, siempre que practiquemos la calma. «Si sientes que pierdes el control, tómate un momento para respirar antes de responder. Aunque cueste hay que conectar primero: Mira a los ojos a tu hijo, ponte a su altura y háblale en un tono pausado e intenta validar sus emociones. Reconoce lo que siente para poder guiarle mejor. Pero, sobre todo, recuerda que los niños no necesitan gritos para aprender; necesitan guía, paciencia y amor», concluye.

Agencias

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Investigación

¿Ser siempre puntual o siempre llegar tarde?

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Pueden revelar rasgos de personalidad, mecanismos de defensa o conflictos internos

Ciudad de México.- Detrás de un gesto tan cotidiano como llegar a la hora acordada puede esconderse mucho más de lo que parece. La psicología analiza la puntualidad no solo como un hábito socialmente valorado, sino como un reflejo de la manera en que cada persona gestiona el tiempo, las emociones y la relación con los demás.

Tanto quienes se adelantan de forma sistemática como quienes acostumbran a retrasarse transmiten mensajes inconscientes sobre su carácter y sus conflictos internos. Ser puntual en exceso puede ser un reflejo de autocontrol y responsabilidad, pero también de ansiedad o de una necesidad de tener todo bajo control. En el otro extremo, la impuntualidad crónica puede ser una forma encubierta de rebeldía, resentimiento o incluso un mecanismo de autoengaño.
Llegar temprano o tarde: las claves desde la psicología
Un artículo de la BBC recoge la visión de la experta en gestión del tiempo Diana DeLonzor, quien asegura que quienes se adelantan siempre a la hora marcada buscan reducir la incertidumbre: “planificar con antelación les permite sentirse preparados para cualquier eventualidad”.

El psicólogo Oliver Burkeman, también citado en el mismo medio, añade que esta costumbre puede vincularse al deseo de agradar a los demás o a la intolerancia hacia la impuntualidad ajena, que suele interpretarse como una falta de respeto. Ambos coinciden en que llegar demasiado pronto puede ser positivo en términos de organización, pero también puede esconder inseguridad y miedo al error.

Por el contrario, la psicóloga Julie Jarett Marcuse, en un artículo para Psychology Today, analiza el significado de la impuntualidad repetida. En uno de sus casos clínicos, explica cómo una paciente llegaba tarde como una forma de resistencia pasiva frente a la autoridad de su jefe: “Su protesta se manifestó en impuntualidades crónicas”. Marcuse sostiene que la tardanza es a menudo una expresión de resentimiento y una lucha de poder enmascarada, aunque al mismo tiempo puede ser fuente de ansiedad y miedo a perder la aprobación. Para ella, la puntualidad es una muestra de consideración hacia los demás y, cuando se incumple, revela conflictos internos más profundos.

En una línea similar, el psiquiatra Neel Burton expone Psychology Today que llegar tarde puede ser interpretado como un comportamiento pasivo-agresivo, un modo de expresar ira sin enfrentamiento directo.

En su opinión, también puede reflejar autoengaño: alguien que se siente inferior puede retrasarse para llamar la atención y demostrar control sobre una situación. Burton señala que, en ciertos casos, la tardanza se convierte en una declaración encubierta de “soy más importante que tú”. Sin embargo, matiza que no siempre es algo negativo: en ocasiones, llegar tarde es la señal de que el inconsciente intenta avisar de que esa reunión o compromiso no es la mejor inversión de tiempo.

Agencias

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Investigación

¿Quieres dejar el alcohol?

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Estos alimentos pueden ser tu mejor medicina

 Ciudad de México.- Durante años se nos ha repetido que una copa de vino al día podía ser “saludable”. Hoy la evidencia científica es clara: no existe una cantidad segura de alcohol, y sus efectos van mucho más allá del hígado. Desde aumentar el riesgo de cáncer hasta alterar hormonas, perjudicar a nuestra digestión, pero también a nuestra salud mental.
Y es que el alcohol puede estar frenando tu bienestar más de lo que imaginas. ¿La buena noticia? Cambiar tu relación con la comida y tu estilo de vida puede ayudarte a reducir (o incluso dejar) el consumo sin esfuerzo, según defiende Brooke Scheller, doctora en Nutrición Clínica y fundadora de Sobriedad funcional, un programa basado en nutrición para reducir el consumo de alcohol.
De hecho, esta experta recuerda que, según muchas guías de salud, entre 1 y 2 copas al día se considera un consumo de bajo riesgo; si bien advierte de que la Organización Mundial de la Salud (OMS) anunció en 2022 que no existe una cantidad segura de alcohol.
“En última instancia, se trata de una experiencia muy personal sobre qué significa demasiado.
Algunas personas no sienten impacto con niveles bajos de alcohol, mientras que quienes beben más cantidad pueden empezar a tener problemas de salud”, avisa esta experta en nutrición.
POR QUÉ HASTA UNA SOLA COPA PUEDE DAÑAR TU CUERPO
Recuerda en este sentido que el alcohol ha sido pasado por alto como causa de muchos problemas de salud en nuestra sociedad, aunque ya está reconocido como ‘carcinógeno’, y se sabe que aumenta el riesgo de 7 tipos diferentes de cáncer, incluso si su consumo tiene lugar en
bajas dosis.
“Pero, además, puede alterar todo el organismo: provoca inflamación, problemas cardiovasculares, digestivos, desequilibrios hormonales, infertilidad y más. A menudo se les dice a los pacientes: si tienes un problema de salud o un objetivo de bienestar, probablemente el alcohol te esté impidiendo alcanzarlo”.
CAMBIAR NUESTRA NUTRICIÓN PUEDE REDUCIR EL CONSUMO
En este sentido, Scheller cuenta su experiencia en ‘Cómo comer para cambiar tu forma de beber’ (Alienta Editorial), tras dejar de beber en 2021, momento en el que empezó a ayudar a otros a cambiar su relación con el alcohol usando como base la nutrición.y la medicina funcional.
“Muchas personas no se dan cuenta del papel que juega la nutrición en cómo nos sentimos.
Cuando nos faltan nutrientes, o tenemos desregulación de la glucosa en sangre, podemos sentirnos fatigados, deprimidos, ansiosos, irritables, o incapaces de relajarnos. Precisamente, por eso, usamos a menudo el alcohol: como una herramienta para sobrellevar el malestar. Si restauramos los niveles adecuados de nutrientes, regulamos la glucosa, mejoramos la microbiota intestinal, e incluso equilibramos las hormonas, la necesidad de recurrir al alcohol como apoyo disminuye notablemente”, agrega.
CONSEJOS PARA REDUCIR EL CONSUMO DE ALCOHOL
Con todo ello, esta doctora en Nutrición Clínica reconoce que puede ser un “gran desafío” el dejar o reducir el consumo de alcohol, si bien defiende que si se decide no beber “es una decisión que empodera”, especialmente si se deja este hábito mientras los demás sí lo hacen. “No es una debilidad, es una fortaleza”, añade.
Algunos consejos prácticos que recomienda en este sentido son los siguientes:
. Incluye proteína en cada comida y tentempié: ayuda a regular la glucosa y a minimizar los antojos.
. Si sientes deseo de beber por la tarde puede que simplemente tengas hambre, por lo que prueba con un snack proteico entre las 15 horas y las 17 horas.
. Incorpora alimentos que cuidan el cerebro y el estado de ánimo, como pescado salvaje, frutos rojos, nueces, semillas de chía, verduras de hoja verde, remolacha y brócoli, ya que ayudan a reponer los nutrientes que el alcohol agota.

Agencias

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Investigación

Qué significa hablar mientras estás dormido

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En el ámbito médico se le conoce como somniloquia y se clasifican dentro de las parasomnias, un grupo de comportamientos anómalos que suceden durante el sueño

Ciudad de México.- Hablar dormido no es algo tan inusual. Algunos estudios señalan que hasta dos tercios de la población lo han hecho como mínimo una vez en la vida. En el ámbito médico se le conoce como somniloquia y se clasifican dentro de las parasomnias, un grupo de comportamientos anómalos que suceden durante el sueño.

Se diferencia de otras parasomnias porque pueden darse tanto en el sueño REM como en el no REM, mientras que las demás se manifiestan en fases específicas del sueño. Indican que hablar en sueños es más común en la infancia y suele disminuir a medida que se crece, sin haber diferencias entre hombres y mujeres. Este trastorno del sueño puede darse de distintas maneras, según la Clínica Cleveland. Puede ser hablar en susurros, en volumen normal, gritar palabras completas o respuestas, pronunciar frases completas o mantener conversaciones o hablar de forma confusa con gruñidos.

Un estudio lingüístico decidió grabar a personas hablando dormidas. La mitad de ellas decían cosas que no se podían comprender al ser susurros o sonidos apagados, y la otra mitad sí que seguían pautas de una conversación normal. La gran mayoría de veces, estos episodios son breves y las personas no los recuerdan al despertarse.

Hablar en sueños no tiene por qué ser un motivo de preocupación aunque la ciencia no tiene una explicación para ello. Se ha asociado con un componente genético y a otros trastornos como el sonambulismo, el bruxismo o las pesadillas.
Otros factores que pueden generar hablar en sueños son la descompensación horaria, la privación del sueño, la apnea del sueño, la ansiedad y estrés o el abuso de alcohol y sustancias. No supone un peligro para la salud pero este ruido en mitad de la noche puede cortar el sueño y generar insomnio.

También puede molestar con la persona con la que se duerma, generando estrés. Puede ser tomado como un indicador de que se tiene un trastorno de sueño más complejo.

Agencias

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